Holidays in New York.

Se levanta a eso de las 11, se lava la cara, desayuna lo primero que pilla y se viste. Tarda horas, pero consigue estar perfecta para salir y deslumbrar a quienquiera que pase por su lado. Está radiante y le gusta que la miren. Anda recta, con paso decidido, ni muy deprisa ni muy despacio y siempre con la cabeza bien alta. Sabe que tiene que brillar, que nadie le va a parar y como lo sabe, lo hace. Va de aquí para allá haciendo mil y un recados y en cuanto termina se sienta en la cafetería más "cool" de todo New York a tomarse un café con leche y dos cucharadas de azúcar. Cruza y descruza las piernas mil y una vez pero siempre con ese glamour que la caracteriza. Termina y paga. Saca un cigarro, y aunque prometió dejarlo, esas caladas después del café no se las quita nadie. Llega a casa y se sienta en la terraza mientras lee un par de revistas. Come a la misma hora de siempre, hace dieta, pero sin quitarse ese trocito de chocolate del postre. Por la tarde queda con sus amigas para dar una vuelta por la zona más chic y con las tiendas más caras de todo Nueva York, ríen, compran, gastan, pero se divierten. Por la noche, después de cenar, van a tomar un par de copas y se despiden hasta el día siguiente. Ella vuelve a casa, lee un poco, y se acuesta.